Libro
DE KENCHAS, PERDULARIOS Y OTROS MALVIVIENTES
Autor
HERMANOS LOAYZA
Sinopsis
Un joven campesino amante de las ciencias llega a la gran ciudad para cumplir con sus sueños. Allí lo aguardan el ruido, la furia y las desopilantes sorpresas de una urbe, La Paz, donde la faz hierática de los ídolos deviene carcajada telúrica, donde el mito y el logos se entreveran en una danza macabra y el tiritar de los huesos bajo los temibles efectos del Frío desata la reverberación de otras ciencias, otros saberes: el Cacho, el Alcohol, la Palabra, el Cuerpo. De kenchas, perdularios y otros malvivientes es una desafiante vuelta de tuerca al género del Bildungsroman y una verdadera fiesta del lenguaje. Aquí la variedad de registros orales conforma un soberbio tapiz cuya fina trama es capaz de revelar las sutilezas, los horrores, las cumbres y los abismos de la polifonía paceña. El vitalismo y la energía celebratoria de Los Hermanos Loayza resulta francamente contagiosa. JUAN CÁRDENAS

Autor
HERMANOS LOAYZA
Edición
Segunda
ISBN
978-99974-384-4-7
Publicación
© Editorial El Cuervo, 2019
Índice
Comienza a leer
I
En el horizonte ya se vislumbraban destellos de luz matutina, el espectro se aclaraba con ritmo cansino. El gallo meta y meta a cantar: comenzaba la jornada en el campo.
Entre sueños, Hinosencio Pantoja oyó el cacareo del animal. Normalmente lo odiaba, pero aquel día su canto anunciaba un momento trascendental y fue recibido con dicha. Sus párpados estaban pegados por las lagañas y ostentaba una cara de opa digna de recién despertado, pero por dentro estaba lleno de emoción, ¡al fin había llegado el día!
De un salto se sentó en el catre, ancló los pies en la tierra fría y se frotó los ojos para despejarlos. Luego de un leve suspiro se paró y miró por la ventana: el pueblo, el altiplano y su vasto cielo, que pasaba del anaranjado encendido a un amarillo blanquecino, para dejar paso al celeste omnipotente que lo deslumbraba desde sus días de infancia. El chango había estado planeando y esperando la llegada de este amanecer hartos años: el momento de la partida.
Salió de su casita para ejecutar su ritual mañanero al descampado. A Hinosencio le encantaba defecar cagando de frío a primeras horas de la mañana. Se jactaba de tener la tripa como reloj. Posteriormente, con su toallita y su jaboncillo se lavó cabeza, cara y sobacos con el agua casi congelada. Nada mejor para despertar.
Volvió a su pequeña habitación colmada de toda suerte de enseres cargados de potencial utilidad: en medio de cueros de oveja, llantas de bicicleta, bidones ahujeros, adornos de yeso, dos puertas de micro, una carretilla y mil cachivaches más, se encontraba, en un rinconcito, la ropa que el joven eligió para la ocasión. No era mucha cosa pero en la ciudad le ayudaría a pasar desapercibido: un pantalón azul de fibra rompevientos, una camisa blanca, una chamarra de la selección nacional y un par de mocasines negros de su abuelo, ideales para caminar en la urbe. La sola idea lo estremeció y sintió hasta mareos. Después verificó las pocas pertenencias que se disponía a llevar en su sólida maletita de cuero marrón –preparada la tarde anterior sin saber qué hacer para apurar el tiempo. Sólo faltaba el libro de divulgación científica –titulado simplemente “Ciencia”– que había recibido como regalo y que Hinosencio consideraba su máxima joya. Lo cogió, lo hojeó y lo colocó con mucho cuidado sobre sus valiosas posesiones. Pasó el peine un par de veces más por su rebelde melena y, como una vez le sugirió su madre, dispuso el jugo de una rodaja de limón sobre la misma.
HERMANOS LOAYZA

Álvaro y Diego Loayza son, como quien dice, brothers –sobre todo desde 1980, año en que nació el benjamín–. Su colaboración propiamente literaria se concentró en la concepción y escritura de la novela De Kenchas, perdularios y otros malvivientes y se remonta al inicio de la década de los ceros (00´s). Originariamente era una suerte de guión de largometraje. Pero los autores decidieron que esta historia merecía ver una nueva aurora, ahora bajo el formato de novela a secas. El filme, un manifiesto inequívoco de la serie Z chuquiagumarkeña, rodado en MiniDV allá por el invierno de 2001, es, hoy en día, una aguja en el pajar para los buscadores de rarezas. También realizaron y guionizaron los cortometrajes El Plan Papanoel (2005) y El Factor Tureque (2006). Al menos uno de ellos es parcialmente responsable de la controversial novela gráfica El Monstruo del Choqueyapu (Gente Común, 2011) y la novela La isla trasnochada (Plural, 2016). Ambos son fundadores y colaboradores del blog multidisciplinario El lar de los conformes disconformes (el-lar.blogspot.com).