En este relato corto, el joven autor Joannes Lillo construye una tragedia clásica con el habla de los barrios populares de Santiago de Chile. «Lo caché altiro, donde venía lentito atrasito mío. Y a lo que yo paré, él paró. Bajó la música y la ventana, me saludó y me preguntó si se sabía algo del Christopher. Le dije que no y le pregunté por qué. El hueón me miró de abajo p’arriba como analizándome. Me dijo “Mándale saludos a tu cuñaíta” y siguió andando sin decir ni una hueá más.»