Los personajes y las historias de Amores brutales no son comunes ni familiares. Al contrario, la ambigüedad, la excepción, el exceso gobiernan estos relatos magistrales que hacen de la transgresión una regla. Las formas con que el deseo domina a los personajes -desde la mera afición hasta la pasión desenfrenada- son inquietantes: algo entre lo perverso y lo abyecto se cuela en sus actos, ingresa en las tramas y nos quita la certeza de un orden.