Libro
ANIMALESCOS
Autor
GONÇALO TAVARES
Sinopsis
Fábulas protagonizadas por máquinas, parábolas del Cristo de los animales, humanos que se alimentan de locos. Un bestiario contemporáneo y mutante. Las 39 piezas que componen este inclasificable libro abordan la condición humana de manera alucinada, cautivante, genial. Como en un intrincado arabesco, se cruzan y confunden las fronteras entre humano y animal, civilización y barbarie, tecnología y religión, locura y pensamiento.
Animalescos propone una búsqueda radical, una deriva por los bordes de lógicas, géneros y sentidos.

Autor
Gonaçalo Tavares
Edición
Primera
ISBN
978-99974-295-7-5
Publicación
© Editorial El Cuervo, febrero 2021.
Índice
Comienza a leer
viento Bora
caída elegante
cocina
comida odio
un hombre en la calle andando sin pantalones, trata de morder su propia nariz, se traga la palabra que acabó de decir, después la vomita y ahí no se entiende lo que dice, traga de nuevo aire para poder hablar; el discurso es preparado por esta deglución imprevista, por este masticar del aire, por esta forma de andar con la boca abierta, viene el viento Bora, el viento que vuelve locas las cabezas, y el viento Bora entra en la boca, rueda dentro de la boca, un remolino en tierra seca; el hombre no dice nada con sentido, nadie lo entiende, lo golpean con el palo en la cabeza, la cabeza se abre, comienza a sangrar, él tiene el viento Bora en la cabeza, está loco pero manda parar el tránsito, interrumpe la circulación, manda callar a quien habla, manda parar a quien corre, manda correr a quien está parado, manda matar a quien está vivo —estoy en el medio de mi cabeza y aun así comienzo a gritar, incluso en el centro y estás perdido, fui lanzado de la ventana y dentro de la cabeza no todo está claro, utilizo la inteligencia para resolver crucigramas, pido que me corten el cabello, el cráneo desnudo sirve para los crucigramas: espacios vacíos que las letras deben completar con un sentido, he aquí el tablero perfecto: mi cabeza, tu cabeza, dos cráneos sin un único pelo sirven de tablero, estás de rodillas y piensan que estás rezando pero estás haciendo de tablero simpático, te hacen caricias, te dan comida, agarras con la mano, levantas la comida del suelo, la llevas a la boca: te preguntan cómo te pusiste así, hablas del viento Bora, un día fui a Trieste, dices, y agarré esto, un virus y no sale, con el frío te vuelves loco, con el calor te vuelves manso, con la lluvia comienzas a dar saltos, con nieve haces muñecos; tengo un accidente, me caigo, te pido que me levantes, trato de extraer del remolino la frase que quiero decir, no sé en qué situación debo pedir disculpas o insultar, los tiempos están confundidos, lo que pasa allá fuera no se entiende aquí dentro, el cerebro une puntos, un punto a otro como en el juego de los muchachos, hasta hacer una figura que entiendas; pero no logro mirar hacia lo que está encima de mí, en cualquier posición de la cabeza la propia cabeza no se ve, y tal vez un espejo, pido al señor que tiene prisa, está haciendo ejercicio, no quiere ponerse gordo, dice, yo no quiero volverme loco, digo, tengo cuarenta años, ofrezco mi razón a cambio del descanso, soy de Derecho, enumero las leyes que ya insulté, entro en casa, vuelvo más temprano, abro la puerta del cuarto, están dos cabezas en la cama donde solo debía estar una, pienso en los animales mitológicos que nunca tienen apenas una cabeza porque una cabeza es poco, cualquier ser humano sabe de eso, cambiar de cabeza cada siete años, como si fuera piel, ir a la ventanilla quitar la cabeza, ponerla en el mostrador, pedir otra, recibirla, avanzar siete años más, es necesario instalar al enemigo en tu mejor butaca, aquí va, en la mejor parte de mi cerebro colocas al que te insulta, he aquí dónde tienes mejor vista para lo que pienso: quiero cocinar un loco como se hace a los animales, hoy tenemos un loco para comer, antropología y apetito, somos de la tribu que come locos, he aquí dónde me siento en casa, por cada loco que comes te vuelves más loco, el hombre que come doce locos: entro en la cocina y hago una reunión de horror alrededor del loco que cazamos, avanzo, tengo prisa, trato de acelerar para conseguir caer, como alguien que entrena una cualidad para ser fuerte en otra: aumentar la velocidad para conseguir caer, aumentar la lentitud para conseguir caer; se trata de una nueva modalidad, una lucha en caída, dos guerreros en caída viendo quién gana, el tiempo del combate es el tiempo obvio, aquel que demoras hasta llegar allá abajo, el tiempo de combate es el tiempo de la caída, pero los hombres son lanza- dos de dos en dos, un hombre y su peor enemigo, y mientras caen se golpean, tratan de empujar al otro, halar al otro, derribar al otro, pero es extraño derribar al otro cuando el otro está en caída, cuando se está ya en el aire, cuando ya no hay apoyos ni nada que sea sólido; pero he aquí que los luchadores son luchado- res hasta al final, no se rinden a las circunstancias: un puñetazo en el ojo, un puntapié fuerte, se orientan en el espacio y en la caída siempre dirigidos por el odio, he aquí lo que mejor nos orienta, lo que es mejor que brújula y suelo estable, el buen odio permite que aciertes en caída, y el combate está terminando y termina, bien hecho para los dos, que bien lo merecen; alguien levanta el brazo y dice que falta el árbitro y he aquí que quien estaba asistiendo es empujado y trata de decir Falta y Prohibido, y es un benefactor en caída este árbitro que hace recomendaciones, sugerencias, prohíbe, penaliza, quiere aplicar castigos: pero no hay peor castigo que estar cayendo, agradezco la maldad, pero no tengo tiempo para defenderme, avanzo en la caída como alguien que creyera que puede acelerar ese movimiento, no te apresures, los rápidos, los lentos, todos caen a la misma velocidad, he aquí lo que me enseñaron, puedes ser campeón de cien metros, puedes no tener capacidad para mover un pie, estás en silla de ruedas y caes más rápido que el atleta, he aquí cómo son las cosas y cómo la caída sustituye a dios en los pormenores, he aquí que la caída nivela, querido mío, qué pesado estás, solo el peso interesa, el que tiene peso cae más rápido, el liviano se atrasa, cae pero demasiado tarde: no seas demasiado liviano ni pesado, el peso justo, el tiempo exacto, la caída elegante, un segundo antes saca la lengua, di adiós a las personas que invitaste a comer
GONÇALO TAVARES

(1970) Es uno de los escritores portugueses más importantes de la actualidad, con una extensa obra que consta ya de una treintena de libros, y que abarca desde la poesía hasta la novela, pasando por el teatro y el ensayo. En 201 publicó su primer libro, el Libro de la danza,; Klaus Klump, La máquina de Joseph Walser la serie El barrio, Jerusalen y Aprender a rezar en la era de la técnica, que lo consolidaron como uno de los autores más interesantes e inclasificables del panorama literario actual europeo. Su obra ha sido publicada en más de 45 países, y ha sido galardonada con los premios Portugal Telecom, el José Saramago, el Ler/Millennium BCP, el Branquinho da Fonseca de la Fundaçao Calouste Galbenkian, el premio del diario Expresso, y el Premio al Mejor Libro extranjero publicado en Francia. Escritores de la talla de Enrique Vila Matas y José Saramago han declarado ser grandes admiradores de la obra de Tavares.