Con El nervio principal, su segunda novela, Daniel Saldaña París ha recreado con escalofriante exactitud la fantasmagoría de una infancia hipersensible, marcada por un evento que habrá de repetirse, distorsionado, en las volubles capas de la memoria del protagonista. Para ello se ha valido de una prosa elegante, que construye con delicadeza la mirada compasiva que el narrador le dirige a ese niño con el que ya no guarda ningún vínculo, más allá de una inquietante pulsión de simetría y el temor a descubrir la verdad de su pasado.